Me desperté de la cama un poquito antes de su muerte. Estaba sudando bastante y tenía varios escalofríos, así que decidí llamar al doctor para que fuera a ver que era lo que pasaba.
Cuando el doctor llegó, ya no había nada que hacer, ¡mi marido había muerto! :(
El medico me dijo que tenía tuberculosis y que ya no podía hacer nada, me dio el pésame y se fue lamentado por no haberlo podido salvar.
Decidí enterrarlo en la ciudad en la que vivíamos, en el cementerio más cercano. Los niño le hicieron muchas tarjetas diciendo que era el mejor padre del mundo y que lo echaran mucho de menos y yo prometí ante su tumba que nunca buscaría amor que no fuera el de él o el de nuestros hijos.
¡Hasta siempre cariño, te echaremos mucho de menos, yo, tus hijos, y todos tus lectores!
No hay comentarios:
Publicar un comentario