domingo, 8 de marzo de 2015

Día de recados

Hoy, mi mujer me ha enviado a comprar una cuantas cositas para nuestro nuevo hijito en la tienda infantil que hay a dos manzanas de mi casa.

Normalmente, mi mujer es la que hace esto pero hoy me ha tocado a mí, ya que ella iba a pasear a los niños por el parque.
Cuando llegué, la tienda esta llena hasta los topes de madres que iban a comprar cosas para sus hijos.
Había pocos hombres, calculé unos 2 ó 3, por lo que me sentí un poco avergonzado de estar rodeado de tantas mujeres.

Además era imposible comprar allí. Cada vez que intentaba moverme, una mujer me empujaba para atrás.
En ese momento, decidí salir, esperar a que se vaciase, y entonces entrar, pero no había manera.
Cuando llegué a casa sin nada, mi mujer me preguntó que había pasado. Yo se lo conté todo, y ella me dijo que tenía que haber ido a la tienda que estaba a dos metros de esa, a la que no iba mucha gente.

Me avergoncé bastante al escuchar eso, y me hice una promesa a mi mismo.
A partir de ahora, no iré a ninguna tienda sin consultar a mi mujer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario